Escribo esto en una noche de lunes algo gris, dentro y fuera. Ayer domingo llovió todo el día. Me gusta que la vida nos brinde, de tanto en tanto, la oportunidad del recogimiento, también a nivel físico. Ese ansia desmedida por los planes, lo de fuera, correr de un lado a otro, viajar, en definitiva -y cada día lo veo más claro-, huir. Pero los días de lluvia no se andan con rodeos, su mensaje es claro: quédate en casa, duerme sin alarma, cocina rico, contempla la lluvia desde el sofá. Párate, joder. Recuerdo estar viendo Perfect days, por el rabillo del ojo observaba cómo el día iba atenuándose, se encendían las farolas, la lluvia no cesaba. Respiré profundo en varias ocasiones, aquel ahora, el calor bajo la manta, todo lo que tenía que ser lo era entonces.
Mi escena favorita de la película es ese instante que se repite cada mañana, como un ritual, su ritual, en que Hirayama se dispone a salir de casa, se detiene un momento en el umbral de la puerta, mira el cielo, suspira y sonríe. Lo ha entendido todo, pensé. Un rato antes saltaba de la cama sin necesidad del despertador, con el entusiasmo con el que uno se prepara para un gran acontecimiento. Cada día lo es.
Pero a ratos sucumbimos a la tristeza, el frío se nos cuela por debajo de la camisa, las nubes se instalan en casa, la ilusión merma. Demasiadas veces dije hoy “estoy perdida”. Y entonces vuelvo a aquello D’Ors, abro aleatoriamente un capítulo de su Biografía del silencio y la verdad irrumpe sin miramientos: “hay que aprender a esperar, a perseverar, a permanecer, pase lo que pase, en el amor y en la oscuridad”. Pienso entonces en la lluvia que resbala sin cesar en los cristales, en el cielo gris, en la belleza que ocultan estas nubes, en el café caliente, los libros, la escritura, hacer reír a quienes quiero, la cocina como un acto de amor, el calor que se siente bajo el edredón, los abrazos. Lo pequeño se hace gigante al enfocarlo desde el ángulo correcto, el día a día es grandioso. Se desvanece la desesperanza, se ilumina, sutil, el camino. En el paso a paso se construye la vida. Todo empieza ahora, aquí, en nosotros. No se puede contener la lluvia, tampoco la luz.
Hirayama contemplando los árboles, las luces y las sombras. Sonríe por fuera, también por dentro. Él sí que sabe.
Qué bonito y sencillo es todo cuando simplemente paras, respiras y observas ✨
Que texto tan bonito 🤍
Bellísimo :)